En esta entrada recorreremos juntos las etapas fundamentales de la historia de la brújula, desde su origen chino hasta nuestros días, contando su lento desarrollo tecnológico, que la convertiría en un instrumento indispensable que revolucionaría para siempre el viaje y la navegación.
Tabla de contenido
- Introducción
- El origen chino de la brújula
- Introducción y difusión de la brújula en el Mediterráneo
- Historia de la brújula en Europa
- Evolución tecnológica de la brújula
- Cronología historia de la brújula
- La historia de un nombre: etimología de la palabra «brújula»
- Conclusión
Introducción
Las culturas de todas las latitudes, antes de la invención de la brújula, habían desarrollado sistemas de orientación extremadamente precisos y complejos, basados en la observación del Sol, Luna, Estrellas y Viento, más la acumulación de experiencia directa de las rutas. Un ejemplo hermoso lo ofrece el pacífico y los navegantes polinesios, que inventaron un sistema llamado «senda de estrellas» que cruza la observación de los astros con el oleaje, el viento y las nubes. Este sistema, todavía en uso, permite navegar en mar abierto y arribar a las islas con extrema precisión, balanceando el abatimiento y la deriva con gran maestría. Otro interesante ejemplo de orientación sin brújula que nos ofrece la historia, lo reporta el historiador noruego Ara Frode, según el cual los vikingos lanzaban cuervos al vuelo para saber en qué dirección se encontraba la tierra, o, por medio de un cristal, podían utilizar el sol también en días nublados y hasta una hora después del atardecer. Sin brújula los navegantes cruzaron los 7 mares y colonizaron el mundo. A pesar de esto, el impacto que tuvo la brújula en la historia mundial, fue inmenso. Todos los métodos de orientación basado en la observación de la naturaleza dependían de la condiciones climatológica y de la hora del día o de la noche. Las estrellas pueden quedar cubiertas por una espesa capa de nubes, el sol se observa solo durante el día, los vientos cambian su rumbo de forma repentina o se ven afectados por la orografía del territorio o de la costa. La brújula fue el primer instrumento de navegación de la historia que ofreció la posibilidad de establecer un rumbo a pesar de las condiciones del momento, y en situaciones de escasa o nula visibilidad, pero, como veremos a continuación, se necesitaron siglos de desarrollo tecnológico para que llegara a ser el instrumento preciso y seguro que conocemos ahora.
Origen chino de la brújula
Sabemos con absoluta certeza que fueron los Chinos quienes inventaron la brújula, pero, para que la brújula se convirtiese en aquella refinada herramienta de navegación que hoy conocemos, pasaron siglos de desarrollo tecnológico y la intervención de varias culturas, orientales y occidentales.
Los chinos conocían las propiedades de la magnetita, componente básico de la brújula, desde tiempos muy antiguos. La primera mención china a la magnetita la encontramos en un documento que data alrededor del 806 a.e.c., es una descripción del palacio de Chi’in Shi Huang Ti. El palacio estaba equipado con una puerta hecha de magnetita, cualquiera que intentara entrar llevando armas ocultas sería inmediatamente descubierto, porque la puerta hubiese atraído irremediablemente las armas.
A pesar de tan temprana descripción de la magnetita, tendremos que esperar varios siglos para que los Chinos crearan una herramienta capaz de indicar una dirección. Esta curiosa herramienta, que se puede considerar como el más antiguo antepasado de la brújula, se describe en un texto del tiempo de Wang Mang, el único emperador de la dinastía Hsin (9-23 d.C.). Se trata de una cuchara o cazuela de magnetita que se colocaba en el centro de una placa de bronce. Sus propiedades magnéticas la hacían girar; cuando se detenía, el mango de la cuchara señalaba al sur y la parte cóncava señalaba el norte. La placa de bronce estaba inscrita con los puntos cardinales, indicadores de dirección para varias constelaciones y otros símbolos e informaciones importantes. Llamaron a esta extraña invención «Cucharón de su Majestad». Es importante destacar que el cucharón, a pesar de indicar con claridad el norte y el sur magnético, se utilizaba para rituales, no para la orientación.
Una segunda mención a este antepasado de la brújula la tenemos en el «Lung Heng», que se cree que fue escrito por Wang Ch’ung en el 83 e.c. Este documento hace una interesantes referencias a rituales adivinatorios practicados alrededor de una mesa, en cuyos bordes estaban grabadas las 28 constelaciones «hsiù», que los chinos usaban para dividir el cielo; en el centro de la mesa había un plato magnético en el que giraba la cuchara.
El 1950 fue un año glorioso por la historia de la brújula. Li ShuHua, de la Columbia University, encontró un antiguo texto, el «Wu Ching Tsung Yao», datado alrededor del 1040 e.c., en el cual se describe la primera brújula de la historia: un cuenco lleno de agua donde flota un pez de madera en el que se ha encajado una piedra de iman, que se llamó pez apuntando al sur. El autor del texto, Tseng Kung-Liang, proporciona un relato exhaustivo, desde el punto de vista científico y experimentalmente comprobable, de cómo estaba hecho el pez y del método para magnetizarlo. También, se considera el texto de Tseng como la prueba irrefutable de que los Chinos inventaron la Brújula.
Pocos años después, en 1086, más de un siglo antes de que en Europa se mencionara por primera vez la brújula, el sabio chino Shen Kua, en su obra «Meng Ch’i Pi T’an», describe por primera vez en la historia una aguja magnetizada. Shen Kuo nos cuenta que la aguja fue magnetizada frotándola con magnetita. Sucesivamente, colgaron la aguja a un hilo de seda utilizando un poco de cera. La brújula descrita por Shen Kuo fue un importante paso adelante hacia la brújula moderna.
El ingenio e imaginación China no se paran. En el «Shi Lin Kuang Chi», redactado entre 1100 y 1250, se describen brújulas donde la magnetita era incrustada en un cuerpo de madera tallada en forma de tortuga, que se equilibraba sobre un palito de bambú que le permitía girar libremente y orientarse hacia Sur.
Pero el punto de inflexión en la historia de la brújula, será aplicar este gran invento a la navegación. No tenemos que esperar mucho. La primera mención china al uso náutico de la brújula aparece alrededor del 1111-1117 en el libro «Phing-Chou Kho T’an». En un pasaje se lee: “Los pilotos del barco tienen la costumbre de conocer la configuración de las costas; por la noche se guían por las estrellas y durante el día por el Sol. Si el cielo está cubierto de nubes, observan la aguja que apunta hacia el sur”.
Esta tardanza histórica en el uso de la brújula como herramienta de navegación, se debe probablemente a que la economía china se basaba principalmente en la agricultura y muy poco en el comercio marítimo. La mercancía se movía por el país a través de ríos y canales: la navegación fluvial no necesitaba la brújula. Por esta razón los Chinos estaban más interesados en los poderes mágicos de la aguja que en otra cosa.
Inicialmente, la brújula se utilizaba para la adivinaciones, para la geomancia y, sobre todo, para la práctica del feng shui. En el Feng shui los vientos son los espíritus de la Tierra y fluyen según las venas del terreno, mientras que las aguas representan las aguas de la purificación que renuevan la Tierra y sus habitantes. La reacción de la brújula a una fuerza lejana, se consideraba como una confirmación de la existencia de algo mágico relacionado con la naturaleza.
Pero la santa ignorancia de los occidentales nos impide ahondar más profundamente en la historia de la brújula. Los jesuitas, que ejercían un considerable control en China a principios del siglo XVII, prohibieron la lectura de libros sobre muchos temas, incluido el feng shui, y ordenaron la quema de esos libros. Muchos textos de inmenso valor fueron destruidos. Li Ying-Shih, convertido al cristianismo en 1602, era un erudito renombrado que había reunido una biblioteca impresionante, con muchos manuscritos antiguos que trataban sobre la adivinación y el feng shui. Sin duda, esos libros contenían información importante sobre la civilización y la cultura china, y muy probablemente muchos detalles sobre la invención y el uso de la brújula. Tardaron tres días para quemar todos los libros de Li YingShih. Los jesuitas también prendieron fuego a las tablas grabadas utilizadas para imprimir, asegurándose de que los libros prohibidos no volvieran a circular.
Aunque las pruebas mencionadas hasta ahora muestran que los chinos usaron la brújula en la adivinación antes de llevarla al mar, no se puede descartar que los primeros escritos sobre la brújula como instrumento de navegación hayan registrado su adopción con mucho retraso. Los chinos habían convertido su invención en una especie de secreto. Dado que entre los pasajeros transportados en sus barcos podía haber tanto extranjeros como sacerdotes taoístas, categorías vistas con sospecha, es posible que el uso de la brújula como herramienta de navegación fuera cuidadosamente ocultado hasta el siglo XI.
Introducción y difusión de la brújula en el Mediterráneo
No sabemos con exactitud el comienzo de la historia de la brújula en el Mediterráneo, o sea, no sabemos cuando y quién la introdujo por nuestro mar. En el siglo XII Venecia, Génova, Pisa y Amalfi se habían establecido como ciudades-estado con intereses principalmente marítimos y contactos directos con el oriente y el norte de Europa; se convirtieron, por necesidad, en centros de ideas, descubrimientos y nuevas realizaciones en el campo de la navegación. Es creíble, pero no comprobado, que en Amalfi, como se ha considerado tradicionalmente, se haya adoptado y mejorado la brújula con fines náuticos, encerrándola en una caja de boj y dándole un aspecto parecido a la brújula como la conocemos.
La hipótesis de que el uso del imán fue transmitido a los pueblos occidentales a través de intermediarios indios y árabes, que viajaban con los chinos por el Océano Índico, es plausible, especialmente considerando que durante el período de las Cruzadas (1096-1291) se establecieron considerables relaciones políticas y comerciales entre Occidente y Oriente y que la Península Ibérica fue una parte activa y brillante del mundo musulmán. Pero al día de hoy la introducción de la brújula en el Mediterráneo por los Árabes sigue siendo una cuestión abierta.
Sea lo que fuese, el primero en escribir del uso de la aguja magnética entre los árabes fue el gran geógrafo e incansable viajero de Ceuta Al-Idrisi (1100-1166), que, nota interesante, sostenía ya en aquél tiempo la esfericidad de la tierra y nos dejó una bella descripción del Faro de Alejandría. Otro documento que atestigua el uso del imán entre los árabes es un escrito de Bailacel al-Kabiaki de 1282. Ese manuscrito, que narra un viaje desde Trípoli hasta Alejandría en 1242, describe detalladamente el uso del instrumento:
«(…) los capitanes, cuando el aire está oscuro y no pueden ver ninguna estrella para orientarse según los cuatro puntos cardinales, toman un recipiente lleno de agua y lo protegen del viento, luego toman una aguja fijada a un tubo de manera que flote y la arrojan al recipiente; luego, toman una piedra magnética grande que cabe en la palma de la mano, la acercan a la superficie del agua, dando un movimiento de rotación a la mano, de modo que la aguja gire a flote y luego retiran la mano de repente y la aguja con sus puntas queda alineada al Norte y al Sur (…).
Otra referencia musulmana a la brújula nos viene del persa Awfi en 1232-1233, nos cuenta que navegando en una tormenta en el Océano Índico, vio a los marineros árabes poner a flotar en un recipiente «un pez de hierro imantado», clara señal de una derivación China del instrumento utilizado por los Árabes.
En cuanto a la disputa sobre quien introdujo el instrumento en el Mediterráneo, es significativo que en árabe la brújula se designe como «el bossola», un término parecido al italiano. No creo llegaremos nunca a una conclusión, pero es importante tener en cuenta que el Mediterráneo, en aquel tiempo, era un hervidero de ideas y comercio. Los lazos entre el mundo musulmán y el occidente hacían del mar un espacio cultural único y compartido. El mismo Al-Idrisi fue, durante años, parte de la corte del Rey de Sicilia Ruggero II de Hauteville y los mercaderes Genoveses eran una presencia habitual en Cádiz, Sevilla, Málaga y en el Reino de Granada. Creo sería sabio tomar una posición neutra: quizás la brújula nos llegó por diferentes caminos, llevada por gente de diferente piel, idioma y cultura, algo muy común en nuestro mar.
La historia de la brújula en Europa
Las extrañas propiedades del imán eran bien conocidas en occidente desde la antigüedad. El primer «Europeo» que describió las propiedades de la magnetita fue el filósofo Griego Tales de Mileto (624-546 a.e.c.). Pero, a pesar de tan temprano descubrimiento, nadie pensó en aplicar las propiedades del Imán a la orientación.
La primera mención de la brújula en occidente la encontramos por el año 1186 e.c., en el De Rerum Naturis, obra del abad agostiniano inglés Alexandre Neckam (1157-1217). No sabemos donde Neckam vio la brújula, pero dudamos que fuese Inglaterra. Se sabe que el abad estudió en París y que acompañó al Obispo de Worcester en un viaje a Italia. Dado que muchas fuentes tradicionales dicen los navegantes italianos ser los primeros europeos en usar la brújula, tal vez la descripción de Neckam sea la de una brújula náutica italiana.
La siguiente mención de una brújula la tenemos en versos, precisamente en el poema “La bible” del monje francés de Cluny, Guyot de Provins, datado entre 1203 y 1208. No se sabe dónde ni cómo Guyot pudo haber obtenido información sobre la brújula, sin embargo, sabemos que viajó hacia Oriente durante la Tercera Cruzada (1189-1192), por lo que es posible que haya visto una brújula a bordo de una de las naves que se dirigían a Tierra Santa.
Diez años después, en 1218, el Obispo de Acre y cruzado Jacques de Vitry, escribió entusiasta que la brújula no solo era un elemento fundamental en el mar, sino que la magnetita era piedra resistente a la brujería y podía incluso ser utilizada para tratar la locura, como antídoto contra el veneno y remedio contra el insomnio.
En 1269, el científico francés Petrus Peregrinus de Maricourt, escribió la “Epístola de Magnete” una tratado sobre la brújula (texto completo aquí) donde se describe la brújula de pivote, la aguja está suspendida en el aire por un delgado tallo colocado debajo de su centro de gravedad, y la brújula flotante. Peregrinus estaba convencido de que era la Estrella Polar que atraía la aguja magnética. Tres siglos después, el famoso matemático y filósofo inglés John Dee (1527-1608), anotaría en su propia copia de la Epístola de Magnete que Peregrinus estaba equivocado, por orientar la aguja hacia el polo magnético.
Francesco da Barberino (1264-1348), abogado y notario italiano que estudió en Bolonia y Padua, y trabajó durante cuatro años en la corte papal de Aviñón, publicó en 1313 los «Documentos de amor», donde se exponen las reglas para una buena vida en el mar. Barberino no escatimaba consejos e instrucciones a cuantos habían caído víctimas de un naufragio, diciendo ser conveniente, en estos tristes casos, construir una brújula. Otro italiano, el renombrado poeta Dante Alighieri, utiliza la brújula como metáfora: la aguja simboliza la atracción del alma hacia la rectitud y el amor eterno.
Desde el año 1300, más o menos, la brújula se utiliza con una rosa de los vientos,
Cuanto al Norte de Europa, el conocimiento de la aguja imantada debió llegar cuando ya en el Mediterráneo había llegado desde Oriente y se había difundido ampliamente. Recordamos que los barcos genoveses y venecianos solían fondear en Cádiz o Sevilla en su ruta hacia el norte de Europa.
Evolución tecnológica de la brújula
Desde el cucharón Chino a las modernas brújulas hay un trecho y una historia… Tal como dijimos, los Chinos no solo inventaron la brújula, sino que comenzaron a perfeccionarla. La primera gran evolución de la brújula, fue la sustitución de la magnetita por una aguja de hierro magnetizada. La aguja de hierro podía flotar tanto en el agua, cuanto en el aire por medio de un hilo de seda. Estos dos nuevos tipos de brújulas eran transportables y pudieron ser llevado a bordo sin dificultades.
A pesar de su utilidad, inicialmente la brújula se usaba solo cuando no era posible orientarse con las estrellas, o sea en condiciones de escasa visibilidad. Los marineros no confiaban mucho en esta novedad por varias razones. La magnetización era temporal y la indicación no era muy precisa debido al campo magnético generado por los objetos de hierro a bordo, cuyos efectos aún no se conocían bien. Desde el comienzo, la observación había puesto en claro que la brújula no apuntaba al Norte indicado por Polaris, sino que tenía un desvío, que variaba según el año y la zona. Este desvío hoy día se conoce como declinación magnética pero no se pudo calcular hasta el 1581, año en que Robert Norman publica «El Nuevo atrayente», documento en que explica la declinación e inclinación magnética y una forma para calcularlas.
A pesar de estos limites, entre el siglo XIII y XIV, primariamente en el ámbito mediterráneo (Reino de Aragón y Repúblicas Marineras Italianas), la brújula se desarrolla rápidamente, probablemente debido al enorme crecimiento del comercio marítimo internacional.
Una de las mejoras más importantes fue la sustitución del palo flotante por un palo que descansa y gira sobre un pivote, todo encerrado en una caja o carcasa. Sucesivamente, se dibujó dentro de la caja la rosa de los vientos, invención atribuida al mallorquín Ramón Llul. El uso de la aguja pivotante está registrado por Ugo De Bercy en un escrito de 1248, y por Pietro Peregrino en la Epístola de magnete de 1269, cuyo texto completo puede descargar aquí. Peregrino también describe una brújula con incorporada la Rosa de los Vientos. Parece ser legendario el personaje de Flavio Gioia.
En el siglo XVI, la suspensión cardánica, así llamada en honor al matemático Girolamo Cardano, es aplicada a la brújula, al parecer por Jannello Torrioni, un navegante de la ciudad italiana de Cremona, que la introdujo en las naves de Carlos V. Esta nueva brújula era relativamente más estable. Por estas fechas la brújula ya se considera un instrumento indispensable de tener a bordo de todas las embarcaciones.
Durante los siglos siguientes no asistimos a ningún avance concreto y todavía quedaban dos grandes problemas por solucionar: las brújulas secas eran fácilmente perturbadas por golpes y vibraciones, mientras que las brújulas llenas de líquido sufrían de fugas y eran difíciles de reparar. La solución llegó en 1862, año en que se fabricó la primera brújula líquida con un sistema de fuelles que se expandían y contraían con el líquido, evitando la mayoría de las fugas. Con esta mejora las brújulas líquidas superaban por fin todos sus límites, volviendo obsoletas las brújulas secas que dejaron de utilizarse.
De acuerdo con cuanto reporta el National Museum of American History, el 7 de abril de 1863 Edward S. Ritchie de Boston patentó una brújula líquida mejoradas, en la que destacan tres características: la aguja magnética está cerrada herméticamente en un estuche metálico y tiene una densidad prácticamente igual a la del líquido. El flotador de la aguja tiene forma de cilindros cruzados. Una cámara elástica compensa la expansión desigual del líquido y el cuenco.
Un modelo de brújula portátil más evolucionado, destinado a soldados y exploradores, fue el Universal Bézard-Kompass (Brújula Universal Bézard). Esta brújula fue inventada y patentada en 1902 por Johann Ritter von Bézard, un oficial de origen polaco al servicio del Ejército Imperial Austriac. «Ritter» significa caballero, un título de nobleza heredado de su padre. Bezard enseñó técnicas de levantamiento de planos militar en la Theresianische Militärakademie en Wiener Neustadt y en la Escuela de Guerra de Viena desde 1905 hasta 1910. La brújula Bézard se caracterizaba por tener la mira dos alambres transversales a media altura, formando así dos retículos. Utilizando los alambres, junto con el nivel de burbuja y el clisímetro incorporado en la tapa de la brújula, se podían tomar rumbos bastante precisos e incluso apuntar aproximadamente piezas de artillería. El único inconveniente era la falta de líquido estabilizador, que ralentizaba las mediciones.
En 1933 llegó la última gran revolución: el finlandés Tuomas Vohlonen, inventó y patentó la primera brújula portátil llenada de líquido diseñada para uso individual. Es la actual que utilizamos viajeros y montañistas. Algunas fuentes, primariamente la firma Silva, declaran que la primera brújula líquida fue inventada por los hermanos Kjellström, fundadores de la empresa.
Actualmente existen muchos tipos de brújulas, todas son herramientas extremadamente refinadas . Su fabricación tiene en cuenta al área de uso efectivo para calibrar la aguja de la mejor manera. Al borde de la caja de la brújula se han añadido las escalas más comunes utilizadas en la cartografía para poder medir distancias. Las marcas luminosas permiten utilizar la brújula de noche. El espejo permite de apuntar una dirección u objeto con la cápsula de la brújula, o sea la aguja, que permanece visible. Basta con abrir el espejo aproximadamente a 45 grados. En este ángulo, al levantar la brújula a la altura de los ojos y aproximadamente a la altura del brazo, se puede ver el objeto en el espejo alineado con los instrumentos de puntería de la brújula y la aguja.
Cronología historia de la brújula
- 806 a.e.c. China, primera mención escrita de la magnetita.
- 600 circa a.e.c. primera mención escrita de la magnetita en occidente por Tales de Mileto.
- 9-23 China, en el Wang Mang se describe el Cucharón de su Majestad, primera mención escrita del uso de la magnetita.
- 1040 aprox. en el Wu Ching Tsung Yao se describe la primera brújula de la historia: un cuenco lleno de agua donde flota un pez de madera en el que se ha encajado una piedra de imán.
- 1086 Shen Kua, en su obra «Meng Ch’i Pi T’an», describe por primera vez en la historia una aguja magnetizada.
- 1100 – 1250. En el «Shi Lin Kuang Chi« se describen brújulas donde la magnetita era incrustada en un cuerpo de madera tallada en forma de tortuga.
- 1111-1117 Primera mención china al uso náutico de la brújula.
- 1154 Primera mención del uso de la brújula entre los Árabes por el geógrafo Al-Idrisi. Es también la primera mención del uso de la brújula en el Mediterráneo.
- 1186 Primera mención del uso de la brújula en el occidente cristiano.
- 1248 Hugo de Bercy describe por primera vez la brújula de pivote.
- 1300 aprox. se incorpora a la brújula la rosa de los vientos.
- XVI aprox. Se añade la suspensión cardánica a la brújula, parece por Janello Torrioni.
- 1635 Henry Gellibrand descubre que la declinación magnética no es constante.
- 1830 “Cruzada Magnética”.
- 1862 primera brújula de fuelles.
- 1863 Edward S. Ritchie patenta una brújula líquida mejorada.
- 1902 Brújula Universal Bézard
- 1933 el finlandés Tuomas Vohlonen inventa la primera brújula portátil.
La historia de un nombre: etimología de la palabra «brújula»
A pesar de qué brújula nos hace pensar en las brujas, la etimología de brújula viene del Italiano «bussola», que a su vez deriva del latín tardío «buxis» con el significado de caja de madera de boj, en referencia a la cajita de madera que contenía el imán. No tenemos que extrañarnos de haber tomado el nombre de los italianos: los mercaderes italianos, genoveses sobre todo, navegaban desde el Italia al Egeo y al Mar Negro, adquirían mercancías como el alumbre o esclavos, cruzaban el Estrecho de Gibraltar, fondeaban en Cádiz o Sevilla y subían hacia los puertos flamencos o ingleses. Activas comunidades Genoveses se encontraban en muchos de los principales puertos de la costa ibérica, todavía quedan en Málaga lienzos de la muralla del Castillo del los Genoveses y en Sevilla hasta el comienzo del siglo XX la actual avenida de la constitución se llamaba Calle Génova. Deberíamos también tener en cuenta los estrechos lazos entre el Reino de Aragón y la Península Italiana que favorecieron intercambios culturales y étnicos de todo tipo.
Ingleses, alemanes y holandeses, que llaman a la brújula «compass» y «Kompass», han incorporado en su idioma moderno otra palabra del italiano medieval «compás». «Compás», a su vez deriva del latín «compassus», en el sentido de adorno de forma circular, o sea una roseta, más o menos subdividida y adornada, tal y cómo el círculo graduado de la brújula o la rosa de los vientos. «Compás» en italiano antiguo significaba también medida exacta, tal y como se indicaba en los portulanos, pasando con el tiempo esta palabra a utilizarse para el mismo portulano y el mapa que era parte integrante de aquel. En italiano el verbo «compassare» se usaba con el sentido de «medir con precisión» y luego también con sentido de «dibujar» como en el contemporáneo “compasso” con el sentido de compás, el instrumento de dibujo.
En Viaje a Edén amamos las palabras, así que añadimos la etimología de otras dos que se mencionan mucho cuando hablamos de brújula:
- Magnetita. Se cree que la palabra Magnetita proviene de una de las dos colonias Griegas en Oriente, Magnesia del Meandro, en Asia Menor, o Magnesia de Sípilo en Tracia, de donde, según un antigua leyenda, provenían los imanes.
- Imán. Imán llegó al castellano desde el Francés antiguo “aiemant” del latín “adamas, adamantis” que significa duro, o diamante. “Adamas”, con el significado de “invencible” fue un préstamo griego al latín.
Conclusión
La brújula cambió el arte de navegar, y con ella las posibilidades del comercio, de la guerra y de la economía, imponiéndose como una revolución tecnológica de primera magnitud, capaz de afectar el rumbo de la historia humana. Imagina un temporal en alta mar, en un barco hecho de madera, clavos y velas de lino, arrastrado por las olas y las corrientes, sin que los hombres de a bordo puedan saber donde hay tierra, donde el rumbo, donde la esperanza de salvarse. La brújula fue el primer instrumento en que los navegantes pudieron apoyarse en la inmensidad líquida del mar, y salir con rumbo hacia el mundo, sin depender de los caprichos del cielo. Acabamos esta historia de la brújula deseándote que el próximo viaje acabe en otro viaje…
Escrito por Gabriele Burchielli
Vaya calidad de información, y bonita forma de relatar, casi parece una novela.
Muchas gracias Daniel, contar la historia de la brújula ha sido un poco como contarla historia de un amigo, hace años que nos acompaña. Un saludo