De poca altura y gran belleza, la Sierra de la Plata (Cádiz) levanta con fuerza sus lomas y cae al mar en un gran destello de arena y espuma. Recorrimos sus breves sendas, sus cortos y cortados perfiles hasta llamarla hogar: se dice que uno no pertenece al lugar donde nace, sino a aquel donde se reconoce y se acepta. En este breve escrito hablaremos de la Sierra de la Plata y de los seres que la habitan, de su forma, de su historia, de su geología, de vivencias y de memoria. Buena lectura.
Tabla de contenido
- Localización de la Sierra de la Plata
- Descripción de los principales accidentes humanos y geográficos.
- Breve historia de unos millones de años: geología de la Sierra de la Plata
- Fauna y Flora de la Sierra de la Plata
- El Paisaje
Localización de la Sierra de la Plata
Siempre, quienes hablan de un lugar, no pueden prescindir de definir con exactitud su localización, un dato frío solo en apariencia. La Sierra de la Plata queda dentro del término municipal de Tarifa, provincia de la bella Cádiz, en la comarca del Campo de Gibraltar, tierra de frontera como ninguna: aquí el horizonte de Europa es deseo de África. Los dos continentes no se tocan solo por un fino espacio de Agua en que Atlántico y Mediterráneo entremezclan sus cuerpos; en Punta Oliveros la cercanía de los continentes se mide en 14.4 km, en Tarifa 18 km. Esta peculiar situación geográfica convirtió el Estrecho de Gibraltar en un gran cruce clavado en el corazón del mundo, lugar de paso y conexión entre dos continentes y dos mares, bien se podría decir que por el Estrecho pasó la historia, junto a una infinita caravana de viajeros. Estamos en el profundo Sur de España, en el profundo Sur de Europa, si no quieres dejar el viejo continente aquí tendrás que darte la vuelta o torcer tus pasos hacia Levante, o más bien darte un paseo por la Sierra de la Plata, de ahí lo verás todo.
Descripción de los principales accidentes humanos y geográficos.
La Sierra de la Plata compone una hermosa y ancha línea, orientada en dirección NE-SO, de perfil profundamente recortado, que partiendo de una zona comprendida entre el Alamillo, una diminuta aldea, y el Cortijo del Acebuchal, justo al lado de la N-340, se arquea, toma su cota más alta en la Silla del Papa (458m) y desciende rápida hacia la costa, dividiéndose en dos hermosos cuernos antes de mojarse en el Atlántico: Cabo de Gracia y Cabo Plata.
Los dos cabos delimitan la Bahía de la Plata, que mucho conocen como Playa de los Alemanes, a pesar de que su nombre primitivo fue Playa de Enmedio o Playa entre dos Torres. Los topónimos “dos torres” y “enmedio” se refieren al hermoso Faro de Camarinal, que se sitúa en Cabo de Gracia, y los restos de la torre almenara que corona Cabo de Plata desde el siglo XVIII, y que a un punto quedó atrapada en una vivienda particular.
En la Silla del Papa se encuentra un pequeño yacimiento arqueológico, que bien podría ser bástulo o púnico. Algunos investigadores lo consideran el ancestro directo de la cercana Baelo Claudia. Los restos arqueológicos están acompañados por unos enormes repetidores.
Señal de cariño humano, varias veredas atraviesan la Sierra de la Plata. La vereda del Alpariate sale a la espalda de la Bahía de la Plata, cruza el Arroyo de las Viñas y pasando por la Sierra de la Higuera se va tranquila hacia el Puerto de Bolonia, punto de conexión con la Sierra del Bartolomé y acceso preferencial a la Playa de Bolonia. La Vereda del Alparriate se Cruza con la Vereda de Camarinal, que sale del Alamillo y acaba en Punta Camarinal. Una tercera, la Vereda del Almarchal, comienza desde la Vereda de Camarinal, en una bifurcación cerca del Alamillo, para acabar en la aldea del Almarchal, cerca de Zahara de los Atunes.
La temprana frecuentación de la Sierra de la Plata por parte de los omnipresentes seres humanos, está atestiguada por varios abrigos con pintura rupestres. Algunos, como la bella Cueva de Sol, albergan dibujos rojos herencia de la Edad del Bronce, otros, como la Cueva del Moro, custodia grabados del paleolítico, principalmente caballos, y una hermosa yegua preñada de una elegancia parecida al perfecto arqueo de una ola.
Existen dos miradores hecho por seres humanos en la Sierra de la Plata, el mirador de Camarinal, y el mirador de la Cueva del Moro, pero, a ser sincero, no se echaban en falta ni paneles ni muritos: cualquier esquina de la Sierra la Plata llena el alma de belleza.
A los pies de la Sierra de la plata, justo del lado Noroeste de la Ensenada de Bolonia, se levantan las Dunas de Bolonia, una enorme masa de arena dorada de 30 metros de altura, rodeadas por un hermoso bosque de repoblación de Pino Piñonero. Cabe destacar el gran atractivo constituido por los dibujos que la erosión ha dejado en la arenisca silicea que conforman el grueso de la Sierra de la Plata. Como hemos dicho, es un lugar de poca extensión, pero de infinita belleza.
Breve historia de unos millones de años: geología de la Sierra de la Plata
La Sierra de la Plata comenzó a formarse hace 25 ma. Todo acaeció cuando Eurasia y África comenzaron una lenta convergencia durante el Cenozoico, formando el Arco de Gibraltar, un enorme arco de montañas que va de la Cordillera Bética a la Cordillera del Rif, pasando por el Peñón de Gibraltar y el hermoso Djebel Muza. La deriva de componentes oeste de la parte interna de este arco llevó a la formación de un prisma de acreción justo en frente del Arco; la Sierra de la Plata es parte de este prisma.
Un prisma de acreción es una estructura formada en una zona de subducción, o sea una zona donde una placa tectónica se desliza por debajo de otra. Esta estructura se compone de sedimentos y materiales rocosos que se han raspado de la placa subducida y acumulados en la placa suprayacente. Los prismas de acreción suelen estar compuestos por una mezcla de fragmentos de corteza oceánica, sedimentos marinos, y a veces también de materiales del manto superior.
Hubo un tiempo en que este prisma unía las dos orillas del Estrecho, y el Mediterráneo era tierra firme. Más en detalle, la Sierra de la Plata es parte de unas unidades geológicas “que se han organizado como un cinturón deformado de pliegues y cabalgamientos pertenecientes al prisma de acreción del Arco” (Gutiérrez-Mas y otros). Imaginad la tierra como arcilla que toma forma bajo las manos sabias de la tierra.
La Roca que conforma la Sierra de la Plata es la misma de todo el Flych del Aljibe, una masa compuesta de arenisca silícea de gran pureza, con más del 90% de cuarzo, que se alterna con estratos arcillosos. La gran abundancia de arenisca silícea, da a la Sierra de la Plata aquel color gris brillante que quizás le valió el nombre. Espero que tengas la posibilidad de pasear por la Sierra de la Plata en una noche de Luna, y que la noche sea larga, y que te acompañe el viento, quizás nos encontrarás por el camino.
Fauna y Flora de la Sierra de la Plata
Las Sierra de la Plata da cobijo a muchos seres, humanos y animales. El solemne, lento despegar del buitre leonado y su progresivo deslizar hacia el horizonte por las corrientes del cielo, es un elemento familiar del paisaje; suelen nidificar por la Cueva del Moro. Les hacen compañía el águila perdicera y parejas de cuervos negros, negros como las sombras que el Sol de Andalucía levanta en tierra mientras recorre sereno el cielo. Al llegar marzo, otras rapaces planeadoras, migrando desde la gran África, llegan a la Sierra de la Plata, son el milano negro, la culebrera europea y el aguililla calzada. Los grandes rapaces se juntan con otras especies, de igual belleza y menor tamaño, como vencejos, carboneros y herrerillos. Hay también cabras, lagartos y otros pequeños insectos y animales, no faltan tampoco seres humanos de variada naturaleza. Cada año, rápidos e innecesariamente ruidosos, mares de turistas llegan al mirador de la Cueva del Moro, sacan fotos y se van tan rápidos como han venido: es asombroso como tanta belleza tenga tan poco poder sobre algunos. Junto con ellos, ciclistas, escaladores y montañistas que no buscan altura sino belleza, recorren y gozan de la Sierra de la Plata. También es común observar lugareños paseando y jóvenes de las aldeas cercanas que suben al mirador para echarse un rato y una cerveza. Hay dos cabreros. Uno que habla poco y tiene finca por el carril de Cabo de Gracia, otro, el Cabrero de Bolonia, queda en un desvío que de la base militar bordea la ladera sur de la montaña. El Cabrero de Bolonia hace queso; a ser sincero el cabrero de Bolonia es una pareja de Madrid que ha relevado el negocio del antiguo cabrero; el queso me parece un poco caro. Por cierto, es bastante común ver a quienes escriben andurrear por estos parajes, sobre todo de noche.
La flora de la Sierra de la Plata ha sufrido profundas alteraciones, consecuencia de la actividad humana, pocas veces demostramos la sabiduría que como especie “superior” deberíamos tener. Hay algunos encinares a veces muy degradados, que llegan a ser substituidos por eucaliptos, y ejemplares de Pino Piñonero; el sotobosque se reduce a un matorral pobre de especies botánicas. Destacan la Camarina, probable origen del topónimo Camarinal, Sabina, Carrasca, Quercus Fructosa (de la familia del roble), helechos y Parietaria de hojas Blanca. A medida que se baja hacia los extensos arenales atlánticos, encontramos más especies, algunas venenosas, como el Pepinillo del Diablo y el tomatillo del diablo, otras, como la Borraja, la Acelga Marina, la Achicoria, la Acedera Thyrsoides y la Rabaniza, optimas plantas silvestres comestibles.
El paisaje
Andalucía es hija de la luz. Domina el paisaje de la Sierra de la Plata una luz profunda, blanca y pura, densa, casi líquida, parece que el Sol baje del cielo para ceñir la montaña. De noche, cuando la Luna sale, otra luz más fina, delicada y fresca, moja las rocas, entonces la Sierra de la Plata brilla y se carga de sombras trémulas, la realidad se reduce a su intuición, como si fuese un latido de alas nocturnas que se deslizan, lentas, hacia un horizonte lejano. De noche, sobre todo de noche, el paisaje sonoro se revela en toda su amplitud. Como círculos sobre la superficie calma de las aguas, el silencio cuela sobre las cosas, aislados en su esencia más profunda, los sonidos se dispersan por todas partes en un brotar de ecos, como memorias que se asoman al borde de la conciencia. Obstinados como el deseo humano, el Faro de Camarinal, el Faro de Tarifa y el de Cabo Spartel, iluminan las largas noches del estrecho. De repente, otra vez y siempre, el día rompe el cielo, es cuando el azul salta de la mar y del cielo y como una lluvia feliz, la tierra entonces despierta y se sacude del rocío de la noche. Rápidos subimos hacia la cumbre, buscando el cielo con los pasos: desde la Silla del Papa se divisa al mundo: la hermosa, rítmica sucesión de arena blanca sobre el costado de Cádiz, el perfil sólido del Bartolomé, las líneas hermosas de las veredas que cruzan los campos, el cielo inmenso de nubes de poniente, y cerca, tan cerca de ser aquí, África, dominada por la mole serena del Djebel Muza.
Todo parece moverse, rodar luego, converger, y de pronto vuelve a abrirse en un destello de direcciones, rumbos posibles de un viaje que solo se puede alcanzar a través del canto y del sueño: los caminos del mundo son infinitos para el tiempo que la vida nos concede. Quizás nos encontraremos aquí, en uno de estos días y de estas noches donde solo nos queda la belleza. Buen Viaje.
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