Lavandería de Perlora, aquí se ve una lavadora solitaria y abandonada.
Lavandería (Viaje a Edén)

Perlora: Ciudad de vacaciones

En el año 1954 se inauguraba Perlora: ciudad de vacaciones. Hoy, 70 años después es una ciudad abandonada por las instituciones como lo han sido el Instituto leprológico de Trillo y la cárcel de Zamora. Todas han corrido la misma suerte de lugares abandonados.

Objetivo de Perlora: impulsores y arquitectos

Perlora se concibió como ciudad de vacaciones para trabajadores, se inspiró en iniciativas del fascismo Italiano y tenía como objetivo incentivar el trabajo, y fomentar la adhesión al régimen franquista a través de educación, cultura, trabajo y descanso; fue impulsada por la Obra Sindical Educación y Descanso, organización perteneciente al llamado Sindicato Vertical, único sindicato legal y autorizado en España durante el franquismo.

Bajo el compás y la escuadra de los hermanos Francisco y Federico Somolinos Cuesta, arquitectos responsables de la Delegación Provincial de la Organización Sindical, la ciudad de vacaciones de Perlora fue tomando forma, volumen y dirección hasta su apertura en 1954.

Primeros años: Ensidesa y Hunosa

Durante sus primeros años, los terrenos del complejo vacacional comenzaron a salir a subasta, concurso, o directamente las empresas interesadas pagaban 55.000 pesetas y obtenían por 50 años los derechos sobre el terreno; podían construir, realizar reformas y debían hacer reparaciones y mantenimiento de las infraestructuras. Mucho del dinero invertido vino de ayuntamientos y cajas de ahorros asturianas más las empresas Ensidesa y Hunosa, ambas dedicadas al sector minero y siderúrgico. Los trabajadores disfrutaban en un ancho de 35 hectáreas de más de doscientas casas que podían albergar hasta 1500 personas, instalaciones deportivas, juegos para niños, lavanderías, comedores, bares, tiendas, servicio de correo, una pequeña clínica y hasta de una iglesia todo salpicado por un sinfín de zonas ajardinadas frente al mar. Podían hacer uso y disfrute de las instalaciones, incluido el servicio de lavandería y cuatro comidas diarias, por 15 pesetas por día y persona (En 1970 el litro de leche estaba a 10 pesetas).

Panorámica de Perlora en 1969.
Perlora 1969, Desconocido

¿Cómo eran las casas de la ciudad de vacaciones?

Las casas eran individuales, aparejadas, de una sola planta o dos plantas con una, dos o tres habitaciones, una sala de estar y baño. Algunas tenían una pequeña estancia con hornillo eléctrico y fregadero, las casas no estaban equipadas con cocina ya que Perlora contaba con 2 grandes comedores incluidos en la tarifa. Estos comedores contaban con escenarios, hacían espectáculos durante las cenas y algunos días proyectaban películas. Entre las instalaciones había un pabellón de dos plantas que contaba con recepción, salón de estar y una planta alta con habitaciones para alojar a los trabajadores del complejo e invitados de los residentes que pagaban un módico precio por el alojamiento. Así Perlora vivió sus año dorados entre los 60 y los 80, miles de trabajadores disfrutaban turnándose las calurosas quincenas a orillas del cantábrico.

Foto de Perlora ciudad de vacaciones en Asturias, 1987
Folleto Biblioteca de Asturias, Biblioteca de Asturias

Declive y cierre de Perlora

Su declive comenzó a partir del año 1982 cuando el Estado cede Perlora al Principado de Asturias, tras varias demoliciones, malas gestiones, pérdidas económicas e intentos de privatización, el complejo cerraba sus puertas en otoño del 2006. Actualmente esta ciudad de vacaciones está abandonada a la espera de ser resucitada o darle la extremaunción.

Conclusión

Pasear por ella es como echar una mirada décadas atrás, mantiene su papel pintado con y sin estampados, megáfonos en las calles y recepción con extensiones de teléfonos, lámparas colgantes y grifos de rosca. Ahora el silencio corre por sus calles, parece que el ruido tenga miedo a invadirlo y romperlo. Miras alrededor y ves casas altas, bajas, anchas, estrechas, y todas sin nadie. En cada habitación un espejo roto refleja fragmentos de un lugar sin vida, donde el polvo y el tiempo consumen sin que nadie haga nada. Techos que besan suelos, armarios que abrazan polvo y lámparas sobre alfombras que lloran a sus bombillas.

Nada queda del jaleo, de aquellas familias obreras que vivieron el sueño burgués de unas vacaciones de lujo. Como todos los cuerpos muertos, Perlora atrajo a los buitres: los paneles eléctricos han desaparecido, las maquinarias demasiado pesadas para ser llevadas han sido expoliadas, no quedan muebles. Lo entiendo, es ley que la muerte amamante a la vida, y mejor que lo útil se haya expoliado que marchitarse aquí a la espera de nada: por lo menos trozos de Perlora están ahora reviviendo en otras casas, en otros lugares, como órganos de un trasplante.

Galería de fotos de Perlora: ciudad de vacaciones

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