Orientarse en el cielo nocturno es una forma de redescubrir uno de los lugares más sentidos de nuestra historia. Desde siempre la bóveda celeste ha sido un lugar especial para el ser humano, que en ella ha encontrado un...
Conciencia del entorno
La conciencia del entorno es la capacidad del individuo de entender, interactuar y moverse en el entorno donde se encuentra. Involucra el sujeto a todo niveles: corporal, mental, perceptivo, sensorial, intuitivo más su estado concreto o necesidad.
La conciencia del entorno es un conocimiento sin límite, una habilidad que crece con el tiempo. Acumulamos el saber a través de observación y estudio; intuición, sensibilidad y percepción se desarrollan a través de la practica; la experiencia de nosotros y del mundo nos provee de mejores herramientas y claridad de acción y pensamiento. El color del humo del fuego nos permite averiguar que es lo que se está quemando y recabar informaciones que podrían sernos de utilidad, la vegetación nos avisa de la presencia de agua o el tipo de terreno y clima la posibilidad de encontrar plantas comestibles, las estrellas pueden guiar nuestro camino o el viento avisarnos de la llegada de lluvias.
Cuando el entorno es labrado por el ser humano, su conciencia nos permite averiguar dinámicas sociales, económicas y culturales para ajustar nuestro comportamiento; saber de antemano si una ermita indicada en una señal nos proporcionará un porche para resguardarnos de la lluvia; posibilidades y límites a la hora de procurarnos dinero o material; nos pone en alerta de los peligros.
La conciencia del entorno es una cualidad fundamental para interactuar plenamente con los lugares, más ensancha nuestras posibilidades de acción, o sea nuestro margen de libertad, y mantiene el espíritu despierto y atento a las infinitas señales que el mundo nos envía: escuchar estas señales es quizás el sentido más profundo del viaje.
Más allá de su grande utilidad práctica, la conciencia del entorno tiene un profundo valor ético: nos permite entender los lugares y a quienes los habitan y ser nosotros mismos, en plenitud, dándonos la posibilidad de alcanzar el final de la larga y difícil búsqueda de una reconexión con la naturaleza y con el mundo.