Cala Blanca, en el municipio de Lorca, entrada de una de las cuevas excavada en la roca por los pescadores
Entrada de una de las cuevas (Viaje a Edén)

Cala Blanca (Lorca)

Llega Levante desde el Egeo y trae, nubes y sosiego a estos días de primavera que abrasan la piel; calma al alma el viento y despierta, un delicado deseo de invierno. Cala Blanca descansa en un profundo recodo de la costa de Lorca, como si con uno de sus brazos, la tierra hubiese dibujado el ademán tan familiar con el que un amigo ciñe el hombro de otro amigo al andar. Cala Blanca no tiene arena, cantos rodados como perlas blancas rellenan su costado, cuando la mar las mueve se escucha un sonido crujiente y a la vez atenuado, mórbido, como si el agua agitara sonajas de pan y madera. La Cala está encajada entre rocas amarillas y friables; del lado izquierdo, si miras al mar, que es a donde miran siempre los viajeros inquietos, se abre la boca de una gran cueva, la inunda el mar y la habitan vencejos. A la espalda de la playa un breve llano constelado de campos e invernaderos pronto se estrella en las faldas de unos montes resecos, desnudos, de perfil hermoso. Hacia levante los ojos corren por la abrupta Costa de Murcia, hecha por barrancos y picos afilados como las uñas de un demonio; hacia poniente el bello Cabo Cope cierra el paso a la vista. Hay una tranquilidad absoluta hoy y aquella sensación tierna, cercana a la nostalgia, que hace temblar un poco el pecho como agua trémula bajo la brisa: Cala Blanca es un lugar hermoso y poco frecuentado, o por lo menos hoy la suerte nos la dio pura.

Cala Blanca, en el municipio de Lorca, entrada de una de las cuevas excavada en la roca por los pescadores
Entrada de una de las cuevas (Viaje a Edén)

Junto a la gran cueva, en la misma pared de aquella friable roca amarilla, se abren muchas pequeñas cuevas excavadas por manos humanas, un ademán antiguo que ha convertido este lugar en hogar. Las cuevas son sencillas y chicas, tienen algo parecido a un porche y luego una sola habitación. Nos dijeron en Lorca que las cuevas de Cala Blanca fueron los pescadores a excavarla y a vivirla por temporadas; dicen que quizás se utilizaron hasta los 40′ o los 60′, no quisimos investigar más por no ensuciar el recuerdo de unas voces acogedoras con una tarde en biblioteca.

Las cuevas de Cala Blanca eran forma de habitar duras, hijas de la pobreza y del ingenio, ¿pero no somos pobres ahora? Los recursos escasean cada vez más por el despilfarro que siempre hicimos y seguimos haciendo. Tenemos menos aire de calidad, menos agua, más nervios y peor entorno: somos pobres, deberíamos volver a vivir acorde con nuestro estado: con sencillez. Los pescadores de Lorca no han contaminado, ni destruido, ni se han comido una montaña para cavar piedra, nos enseñan a nosotros, los de mucha tecnología y poco corazón, que hay caminos si solo se quiere.

Cala Blanca, Lorca, Mayo 2023

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