Faro de Cabo de Palos
Cabo de Palos (Maribel)

Faro de Cabo de Palos (Cartagena)

Con perfecta gracia neoclásica, serio y sobrio como un caballero decimonónico, seguro de si y de su tarea, el Faro de Cabo de Palos se asienta en los últimos estribos de la Sierra de Cartagena, gotas de tierra española que han resbalado como perlas hasta caer al Mar.

El Faro de Cabo de Palos abrió sus ojos de luz por primera vez durante una larga noche de invierno, era el 31 de enero del 1865, la misma noche que su hermano, el Faro de Portmán, digo hermano porque fueron soñados por el mismo arquitecto, a pesar de que otras manos les dio vida real. A primera vista este viejo caballero en absoluto aparenta su edad, solo algunos detalles traicionan sus 163 años de vida, porque a pesar del porte erecto y mesurado, se notan algunas grietas que han sido curadas por el afecto de Cartagena y las manos de los restauradores.

Conforman el Faro de Cabo de Palos un sencillo y elegante edificio rectangular de dos plantas, que sustenta una alta y esbelta torre, coronada por la flor de luz de una gran linterna: cuando a noche el faro despierta y abre su único ojo, sus rayos acarician los barcos hasta 23 millas de la costa. Para la construcción del Faro se utilizó una piedra de un gris oscuro, parecido al color de las nubes que llevan humedad pero sin dar lluvia.

Creo que el Faro de Cabo de Palos nació de largas noches de amor entre su padre, el ingeniero malagueño Leonardo Tejada Morales, y el paisaje, porque el Faro es uno de aquellos raros casos en que una obra humana, acometida por pura utilidad, se integra en el paisaje enriqueciéndolo, haciendo aún más bella la obra de la naturaleza. Son lugares de una belleza a la vez fuerte y delicada, posible solo cuando hay un diálogo profundo entre seres humanos inteligentes y su propio entorno. Al mirar la piedra del Cabo, la Mar y la construcción humana dirías que nacieron juntas, o que el faro brotó de las entrañas de la roca tal como un árbol brota de la tierra, y a la tierra pertenece. Creo que el día en que el tiempo arrancará el Faro, y su flor de luz, ya marchitada, caerá al suelo como una estrella fugaz, y sus últimas chispas revoloteando se apagarán en la Mar, el Cabo entero y el pueblo desaparecerán. Pero de momento riesgo no hay (el tiempo es un enemigo invencible pero por suerte lento, delicado, silencioso) y cada noche el Faro cumple con su tarea y cuida de los navegantes. Pero no se olvida de quienes se han quedado en tierra esperando la vuelta de los navegantes: el Faro se asoma por arriba de los techos y parece decir al pueblo: «tranquilos todos, dormid sin penas, estaré yo velando para que todos vuelvan«. Solo al amanecer el Faro se acuesta, y quizás sueña con un día en que el Cabo se volverá barco y el mismo uno más de aquellos marineros que ha prometido proteger.

Caminando alrededor del Faro de Cabo de Palos con una botella de vino en la mano, noche de 23 de mayo 2023

Faro de Cabo de Palos al atardecer visto desde el pueblo
Faro de Cabo de Palos al atardecer (Viaje a Edén)

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