El cuerpo desnudo desliza sobre la superficie pura del mar, libre de acariciar el mundo con la piel, luego el verde encendido de los pinos, los violentos peñascos que golpean alegres el cielo y la luz, la luz densa y blanca como una ceguera, grande como un dios, la luz blanca del Sur, del Sol. El cuerpo y el espíritu se abren al mundo bebiendo el paisaje en largos sorbos, y se convierten en canto, grito de alegría, largas carreras y cuerpos cayendo al azul.
De golpe las casas se amasan, las moles mudas de los bloques constriñen el cuerpo, la dura geometría de asfalto y cemento impide al alma el vuelo. Agua sucia, plásticos que flotan en lugar de peces; olor a basura, a químico, a orina y contaminación; ruidos duros, metálicos, afilados; masas de personas en movimiento confuso, caótico: feroz, agresiva, la ciudad nos acoge.
Agredidos, los sentidos se cierran, la mente se repliega dando vueltas alrededor de sí misma en círculos cada vez más estrechos,sus propias entrañas se convierten en el entorno cerrado por donde se mueve el espíritu: nace la paranoia. Es la misma mecánica que me hace cerrar los ojos por no ver algo que me disgusta, es como protegerse la cara con los brazos para no recibir golpes, es la reacción natural del cuerpo y del espíritu cuando están rodeados por un entorno hostil: buscan la huida, rechazan lo que llega como veneno, por eso tantas caras de sonámbulos, por eso tantas caras mirando al suelo, tanto ibuprofeno, tanto olvidarse del cielo.
Luz verde, luz roja, pasa o espera, la máquina elige; suena el despertador, pita el coche por el cinturón, la máquina te avisa y obliga; cierra el parque, cierra el metro, ya es tarde: ¿hay algo de eso que tú decides? Las calles se desarrollan con geometrías secas, mudas, con un espacio de movimiento estrictamente limitado: no te salgas de la acera. Horarios, reglas, zonas para tu esparcimiento tal como perros, solo con juguetes más refinados; autobuses como carros de ganado mueven los trabajadores donde la economía lo necesita; todo crece cada vez y cada vez va más rápido: siempre te faltará tiempo. Por eso los nervios, por eso la tensión, por eso el malestar: somos animales atados por todas partes.
La noche llega y se enciende el infierno de las luces artificiales, que cansan los ojos, que quitan la visión del cielo; llega la noche, la inquietud, el disturbio del sueño, el cansancio que no se quita, la necesidad de psiquiatría, de pastillas, de médicos, de indagar el cuerpo y la mente de un ser que no funciona. Andamos por las calles, los sentidos alerta, el instinto nos pide protegernos: somos dos extraños más en este mundo que ya no pertenece a nadie.
Málaga 10 de Mayo 2023
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